jueves, junio 07, 2007

¿NO SAFÉ PORQUE NO ERA FERIADO?


La sin razón ha llegado a un límite increíble. Una vez más como usuario del transporte público de Córdoba fui tratado con total prepotencia por un chofer de la empresa TAMSE, más precisamente, de la línea R-8. El anterior hecho comentado fue mucho más leve. En esta ocasión recibí insultos y hasta amenazas por un motivo casi insólito. Ahora les contaré.
Hace muy poco tiempo, la municipalidad de nuestra ciudad inauguró un nuevo sistema de pago electrónico del boleto. Consiste en una tarjeta que tiene un chip incorporado, mucho más efectiva que la que años atrás se intentó implementar sin éxito por los innumerables inconvenientes que presentaron en su momento las máquinas que receptaban el pago del pasaje.
Decidido a hacer un paso hacia el futuro, adquirí una de esas tarjetas nuevas para mí y otra para mi novia. El jueves 10 de mayo último, subimos en horario de la mañana al coche 0518 de la línea y empresa mencionadas, y como no avisé al chofer que usaría el medio de pago con tarjeta en lugar del tradicional cospel, éste de inmediato demostró su fastidio. “¿Y yo qué hago con esto ahora?”, exclamó, blandiendo dos boletos que había extraído de la máquina de ticket antes que pagáramos.
Traté de no darle importancia al asunto y le respondí que se los podía entregar a los seguros futuros pasajeros que ascenderían en la próxima parada. “Me tenés que avisar sino, ¿qué hago yo con los boletos?”, dijo de nuevo, lanzándome esta vez una mirada de odio por varios segundos a través del espejo retrovisor. Luego de eso mi novia y yo nos sentamos y nos quedamos conversando sobre la exigencia del chofer, que creímos a todas luces que era ridícula.
En la parada siguiente no subieron nuevos pasajeros, pero sí un inspector, popularizado con el mote de “chancho”. Su función es –deduzco por experiencia- la de controlar la labor del chofer y que cada uno de los pasajeros tenga consigo su boleto, prueba fehaciente del pago del mismo. No pude oír cuál fue exactamente la consulta que el inspector le hizo al conductor, pero supongo que habrá querido saber el por qué de los dos boletos en su mano, a lo que éste respondió fuerte y claro: “Un pelotudo que subió me los dejó”.
Hasta ese momento había contenido las ganas de decirle algo sobre la exigencia absurda de que debía dar aviso del medio de pago al subir al vehículo, pero aquello acabó con mi paciencia en un instante. “¿Qué insultás? Lavate la boca antes de putearme, ¿sabés? No dice en ningún lado que te tengo que avisar que te voy a pagar con tarjeta y no con cospel”, fue mi encolerizada respuesta.
No vale la pena reflejar la andanada de insultos y agresiones verbales que nos propinamos mutuamente por varias cuadras el afiliado al gremio de la UTA y yo. Lo cierto es que en ningún momento se disculpó por el maltrato que me estaba dispensando como usuario. En lugar de eso eligió formalizar una amenaza acorde con el espacio de poder que ostentaba: “Cuando te vea, aunque estés en la parada, no te voy a alzar, ché otario de mierda. No te olvides que vos todos los días tenés que tomar el colectivo”.
Excepto por un pasajero que desde el sector del fondo del vehículo le recordó al chofer que el debía cumplir con su trabajo siempre, todos los demás sólo fueron testigos mudos de aquella escena. Nadie, ni siquiera el “chancho”, atinó a ordenar al chofer que me respetase como pasajero, cuyo pecado mayor había sido pagar un boleto por uno de los medios de pago vigentes. Vale aclarar que no está consignado ni siquiera por carteles indicadores que debe existir algún tipo de advertencia previo al uso de ese sistema de pago.
Los usuarios del transporte de Córdoba todos los días soportamos un servicio de transporte caro, deficiente e irregular hasta la exasperación. Quizá, ya resignados, sólo nos limitamos a murmurar disconformidad y bronca durante los largos minutos de espera en las paradas. Pero me asombra que ante la situación descripta no se hayan alzado más voces de solidaridad.
Otra cuestión que se debería resolver, teniendo en cuenta lo antedicho, es quién se encarga y con qué criterio de reclutar los recursos humanos para el empleo de chofer de colectivos que, al día de hoy, está mejor remunerado por varios miles de pesos que muchas profesiones como las de médico, docente, arquitecto, periodista y otras tantas que exigen varios años de preparación y estudio.
Creo que más responsable que ese chofer es quien dejó que él siguiera al frente de un volante, sin hacer las verificaciones psicológicas mínimas para evitar que siga conduciendo colectivos. Esta vez fue por la situación nimia de un par de boletos sobrantes. ¿Qué otra cosa mínima hará la próxima vez salir de juicio a un chofer que lo haga enfrentar violentamente a un pasajero?

No hay comentarios.: