domingo, febrero 15, 2009

CAE UNABOMBER, EL NORTEAMERICANO QUE MATABA CON CARTAS EXPLOSIVAS (*)

Era el asesino más escurridizo de los últimos 18 años para el FBI. Fue denunciado por su propio hermano y atrapado en su solitaria cabaña de Montana. Su peor error: publicar en los principales diarios estadounidenses sus particulares ideas de volver a un estado social preindustrial, ya antes confesadas a sus pocos allegados.

Es muy temprano, y aún puede olerse el aroma natural del rocío, mezclado con las hojas de los pinos de un ambiente salvaje. Falta poco para que la habitual tranquilidad de esta despoblada región montañosa del estado de Montana sea interrumpida por un espectacular despliegue, nutrido por decenas de efectivos de las fuerzas del FBI. Para estos hombres, Unabomber, o Theodore J. Kaczynski, con tres asesinatos y decenas de heridos, en un total de 16 atentados a través del envío de cartas bomba, es una oportunidad que no van a desaprovechar.

La operación policial se apresta a poner fin a un rosario de búsquedas e investigaciones infructuosas originado en 1978, cuando un envío postal, recibido en la Universidad de Northwestern, estalló en la cara de un vigilador, y que no paró de ampliarse hasta 1995 con la muerte del presidente de la Asociación Forestal de California, Gilbert P. Murray, quien abrió una correspondencia con una carga de explosivos similar.

Dentro de la cabaña, Kaczynski no espera lo que está por ocurrirle. Solo, como siempre, deambula ordenando sus cosas, preparando el desayuno como cada día, desde que decidió vivir aislado del mundo en aquél lejano año 1971, cuando renunció a su promisorio cargo de profesor en la universidad de Berkeley. Por un tiempo también le dirá adiós al correo fatal; ése es el trato que acordó bajo amenazas con los diarios The Washington Post y The New York Times. Está orgulloso de que su arreglo le haya permitido hacer conocer sus ideas, que rechazan la tecnología porque produce presiones asfixiantes a los individuos de las sociedades modernas.

Sin embargo, unos ruidos extraños fuera de la cabaña rompen su calma cotidiana y su satisfacción personal. Se asoma con sigilo por la ventana, pero ya es demasiado tarde. Es matemático graduado en Harvard y le resulta fácil calcular su situación. Está rodeado y de nada serviría un intento de fuga.


Nada que festejar

Increíblemente, Kaczynski, el hombre de las cartas bomba, no fue atrapado por el éxito de alguna investigación, sino por la denuncia de su hermano, David Kaczynski, quien reconoció lleno de pánico, con el diario temblándole en las manos, que el alegato antiindustrialista de Unabomber, era el vivo pensamiento de su hermano Theodore. Denunció el caso al FBI y, a partir de allí, los detectives supieron que 18 años de vergonzoso fracaso en sus investigaciones acerca del demente que hería y mataba por correspondencia, tocaban a su fin.

Es claro que el insólito derrotero recorrido por Kaczynski, evadiendo la justicia, no fue causado únicamente por la incompetencia policial. Su inteligencia criminal le había permitido meditar pacientemente cada ataque, cuya distancia en el tiempo y el espacio eran la clave del éxito. No obstante, la universidad de Berkeley, a la que había pertenecido, figuró, junto a otras, como uno de sus objetivos predilectos, contabilizando el triste récord de cinco ataques.

LUCAS GONZÁLEZ FREYTES
03/06/2008

(*) El presente escrito es un trabajo destinado al Curso de Crónica Periodística, dictado por el periodista Alexis Oliva en el Centro Cultural Compay Segundo de Córdoba Capital, Argentina, durante el primer semestre del año 2008.

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