domingo, febrero 15, 2009

EVO MORALES, EL LÍDER EN PENUMBRAS (*)

Es el presidente sudamericano cuya gobernabilidad más peligra en el corto plazo. Él mismo ha convocado a un referéndum revocatorio en agosto próximo, ante la hostilidad indómita de las regiones más ricas y recalcitrantes. Saltó, desde la pobreza más extrema, a ser la potente voz sindical de los reclamos sociales más urgentes. Hoy busca hacer equilibrio para mantener el poder con el que soñó muchas veces. Sin embargo, la difícil coyuntura no le impide participar de algunas celebraciones aborígenes en los departamentos bolivianos que aún le son favorables.

Ojea tranquilamente el diario local Opinión, con la sonrisa dibujada en el rostro. Está en la animada compañía de algunos de sus partidarios, todos sentados y distendidos, como si un grupo numeroso de viejos amigos se hubiera encontrado casualmente en el consultorio de un médico. Desde hace algunos instantes, ésa es la imagen que muestra Evo Morales Ayma y contrasta con la realidad de una Bolivia que atraviesa una las crisis más profundas de los últimos años.

Los hombres y mujeres que acompañan a Morales acaban de celebrar una fiesta popular en Cochabamba, corazón de una de las regiones “amigas” del gobierno. Todos, incluso el presidente, visten ropas cotidianas, pero que, por el reciente festejo, combinan con unas nutridas guirnaldas verdes con flores blancas que les cuelgan del cuello, y exhiben papel picado cubriendo como nieve su pelo renegrido. El líder boliviano trasluce alegría y tranquilidad, está cómodamente sentado en una silla de madera gastada dando charla a un par de mujeres de su tierra.

Pero Morales no concita un interés mayor que cualquiera de los concurrentes a la pequeña sala de una casa con paredes prolijamente pintadas, unas de color celeste, otras de salmón. Son pequeños grupos, como de tres o cuatro, enfrascados en su propia conversación. Por un momento parecen haberse tomado una licencia para no pensar el cercana prueba de fuego a la que se someterá el, por ahora, hombre fuerte de Bolivia: el próximo 10 de agosto se celebrará un referéndum para ratificar o revocar su cargo y el de su vicepresidente, Jorge Silva. Allí se sabrá si su mandato, uno de los que ha sembrado mayor esperanza, especialmente entre sus connacionales de las regiones más empobrecidas del país, logra cumplir los plazos constitucionales.

La nacionalización de los hidrocarburos, de la telefónica ENTEL (de la Telecom italiana) y el proyecto de nueva constitución son las acciones de gobierno que enervaron a la oposición conservadora, cuya reacción ha sido lisa y llanamente la secesión. La región de Santa Cruz ya realizó una consulta autonomista el pasado 4 de mayo y será imitada por las regiones de Beni y Pando el 1 de junio, y por la de Tarija el 22 del mismo mes.

Para quienes acostumbran seguir los pasos de Evo, como lo llaman sus partidarios, la imagen de hombre calmo quizá les resulte familiar. Tranquilo hasta para explicar las cuestiones más espinosas, aquellas que demandan el coraje que pueden ostentar sólo unos pocos. Pero para aquellos habituados a la incontenible soberbia de los poderosos, es realmente una rareza tener la chance de observar a un mandatario con la sencillez y la determinación con la que se maneja normalmente Morales. A las personas con las mantiene contacto diario, nada de esto resulta insólito, y su propia biografía explica su carácter.

Criado en una familia pobre dedicada a la siembra de papa en Orinoca, Oruro, en el oeste boliviano, Evo no tuvo chances de engendrar para sí la altanería que suponen las posiciones de privilegio. Una casa de adobe y techo de paja, con un solo ambiente donde comer y dormir, le habían enseñado a ser un agradecido de poseer al menos un lugar donde habitar y un corral con algunos animales para subsistir. Eso, pero también ser uno de los tres hermanos sobrevivientes de un total de siete. A los menos afortunados la muerte los había alcanzado antes de cumplir los dos años.
¿Será por esto que comprende como pocos ex presidentes bolivianos la realidad de los más necesitados? Morales fue un niño trabajador a los seis años, explotado en una zafra azucarera del norte argentino. ¿Habrá sido aquella primaria incursión internacional junto a su padre la que le abrió los ojos? ¿O quizá haya obtenido la claridad sobre la urgencia de mayor justicia social para él y sus hermanos bolivianos, cuando cuidaba sus llamas, en la inmensidad solitaria del altiplano?

Aún hoy, a sus 49 años, es capaz de recordar con emoción que usaba las patas de los animales a su cargo como arcos para jugar al fútbol con su pelota de trapo. Y que luego de la práctica deportiva, sin el cansancio como excusa, tenía que correr a uno de los buses repletos que pasaban por la ruta, si quería devorar las cáscaras de naranjas y plátanos que la gente arrojaba por las ventanillas. Su aspiración de niño era viajar alguna vez en esos atestados transportes.

Ya un poco mayor, a los 15 años, sus aspiraciones dirigenciales a gran escala se hicieron explícitas. Visitó, junto a unos compañeros del secundario, el Palacio Quemado, en La Paz. Luego de una larga espera, el protocolo no les permitió hablar con el mandatario de turno. "Algún día voy a ser Presidente y ustedes van a ser mis ministros", le oyeron decir, y lo que en cualquiera hubiera sido sólo una frase, en Evo Morales fue una premonición. “Fácil me van encontrar" se aventuró a pronosticar aquella vez, anticipando su apretada agenda ejecutiva.

Hoy las presiones para el hombre que cumplió el sueño de gobernar su tierra, catapultándose desde la combatividad sindical cocalera, son otras bien distintas. En la actualidad su agenda 2008 prescribe la necesidad de devolver la dignidad a los habitantes del país terraza de América, sin perder el equilibrio para mantenerse en el poder. Aunque su imagen de hombre sereno y desprovisto de la prepotencia típica de los que mandan diga lo contrario: sonriente, leyendo el diario después de un festejo, con ropas cotidianas, zapatillas, guirnaldas al cuello, papel picado en la cabeza, rodeado por gente desposeída de la cual no se distingue, no sobresale. Personas sencillas, que están más cerca que nunca del reducto donde se toman las decisiones en la patria boliviana.

Pero, ¿podrán seguir los postergados tan próximos al territorio de las decisiones importantes? En el inminente mes de agosto, la época del año destinada a la celebración de la Pachamama, el hijo de agricultores empobrecidos, erigido en presidente por sus iguales, tendrá una respuesta. Evo Morales espera, naturalmente sereno y determinado, la ayuda de la madre tierra para emerger de las sombras y sortear esta nueva encrucijada de los hombres.


LUCAS GONZÁLEZ FREYTES
26/05/2008



(*) El presente escrito es un trabajo destinado al Curso de Crónica Periodística, dictado por el periodista Alexis Oliva en el Centro Cultural Compay Segundo de Córdoba Capital, Argentina, durante el primer semestre del año 2008.

No hay comentarios.: