miércoles, agosto 30, 2006

LA DECADENCIA DE OCCIDENTE


Desde hace tiempo se sostiene que nuestra civilización está perdida. La imagen que les presentamos lo deja más que claro. Estos dos son trabajadores telefónicos que venden servicios de telefonía a los españoles desde Córdoba, Argentina. El hincha de Talleres es mi amigo Quique, el otro es uno de sus compañeros que no conozco más que por esta foto (¡qué presentación!) ¡Si vieran los gallegos quiénes son los tipos que los convencieron de cambiar de compañía! Les mandamos desde aquí un saludo a nuestros amigos "frescos", y que la próxima vez conviden. ¡JAJAJAJA!

sábado, agosto 26, 2006

JUGANDO AL PERIODISTA

Tratando de colaborar con la enciclopedia libre Wikipedia, escribí este artículo sobre la Declaración de Avellaneda, inspiración de los radicales del Movimiento de Intransigencia y Renovación que llegarían el poder en 1958 con la presidencia de Frondizi. Pero luego me creí incapacitado para tomarme semejante atribución, así que para no tirarlo a la papelera de reciclaje lo deposito en mi blog. Perdónenme.

La declaración de Avellaneda fue un documento hecho público por el partido radical (o Unión Cívica Radical) en la localidad de Avellaneda, Repúbica Argentina, el 4 de abril de 1945. En el mismo se resaltaba el compromiso del radicalismo para asegurar, en lo político, "un régimen republicano, representativo, federal y parlamentario, fundado en el voto secreto universal y obligatorio, con exclusión de toda forma corporativa". En lo económico, sostenía la necesidad del reparto de la tierra con el contralor del Estado, la nacionalización de todas las fuentes de energía natural, y asegurar al mismo tiempo la libertad económica del resto de las actividades. También promovía la inmigración para "todo extranjero útil que venga a radicarse en nuestras tierras", un amplio desarrollo industrial que no se sostuviera en el bajo nivel de ingreso de los trabajadores ni perjudicara los "intereses generales".
En el aspecto social, el documento proclama la protección de los derechos que resulten de la capacidad y el trabajo, afirma el derecho fundamental a la vida (alimentación, vivienda, educación, trabajo, salud, etc), la necesidad de un seguro nacional obligatorio para toda forma de incapacidad,etc, y se manifiesta a favor de la libertad de agremiación y de huelga.
A lo largo del documento se reivindica la figura histórica de Irigoyen como insipirador del radicalismo, quien fue derrocado en 1930 por el primer golpe militar sucedido en Argentina, pero también se condena a quienes asumieron el poder desde allí en adelante por ser "oligarcas o dictadores" que intentan una tarea irrealizable "por carecer del sentido creador de la libertad y de lo popular".
Esta manifestación ocurrió mientras ocupaba el poder un gobierno militar, que había puesto frente a la Secretaría de Trabajo al Coronel Juan Perón, el cual se convertiría en el próximo presidente constitucional.
Se ha señalado históricamente que uno de los creadores de la Declaración de Avellaneda fue Arturo Frondizi, quien para lograr asumir el poder en 1958 pactaría en secreto con Perón la salida progresiva de la proscripción del partido peronista, de modo que los votantes del peronismo le dieran su apoyo. Es oportuno decir que el documento referido en este artículo resalta con énfasis que "la UNIÓN CÍVICA RADICAL" se opone a concertar "pactos o acuerdos electorales, ya que en el juego normal de las instituciones el país debe estar gobernado por partidos orgánicos y el radicalismo, como tal, aspira a afrontar por sí la responsabilidad de estructurar una nueva Argentina".

martes, agosto 22, 2006

MARCELO CAVAROZZI, AUTORITARISMO Y DEMOCRACIA

El período posterior a 1955 se caracterizó por la inestabilidad política. A la sociedad argentina se la ha caracterizado como una situación de equilibrio entre fuerzas sociales de peso relativamente parejo y, como resultado de ello, capaces, a la vez, de bloquear los proyectos políticos de sus antagonistas e incapaces de imponer los suyos propios.
Análisis diferente: las orientaciones, intereses y valores de las fuerzas sociales se manifiestan en un sistema político específicamente definido. Cada sistema político tiene leyes propias que no constituyen un simple resultado de la interrelación de los atributos de las distintas leyes que actúan en él. Se trata de intentar un análisis del sistema político que no se reduzca a considerarlo como un mero reflejo de los "factores estructurales" ni como un campo inerte. Debe reconocerse como un proceso complejo que incluyó cambios y que no se redujo al de equilibrios precarios rotos alternativamente que provocaban un retorno al punto inicial.
Primera etapa, 1955 a 1966: gobiernos débiles (tanto civiles como militares) cuyo intento fue el de la perdurabilidad desarrollando acciones que limitaran la capacidad de acción de los distintos contendientes sociales. Fueron semidemocráticos al no cuestionar la proscripción del peronismo. Los procesos más profundos, económicos, culturales y corporativos fueron bastante autónomos de las iniciativas de transformación "desde arriba"; las tendencias sociales dominantes fueron la resultante de la interrelación de impulsos, resistencias y forcejeos de los distintos actores de la sociedad civil. Hubo un sistema político dual: funcionaron por un lado los partidos no peronistas y el Parlamento. Ninguno canalizó los intereses de los actores sociales fundamentales. La esencia del sistema político dual residió no sólo en que el parlamentarismo y el sistema de partidos generaron su polo contradictorio -al proscribir al peronismo y condenarlo a actuar "por fuera"- sino que, asimismo, los participantes en las negociaciones y presiones extraparlamentarias necesitaron del parlamento y de los partidos como arma de chantaje, es decir para utilizar precisamente como un recurso de ultima ratio la desestabilización o caída del gobierno, civil o militar, de turno.
Segunda etapa, 1966 en adelante: Predominio de gobiernos "fuertes" (ésa era su autodefinición). Se propusieron transformaciones radicales de la política y de la sociedad. Intentos de unificar el campo de la política, que se escindió en la década anterior. No lograron el objetivo pero contribuyeron a generar cierto equilibrio de carácter conmocional o catastrófico. El bloqueo de las sucesivas iniciativas trajo como consecuencia un desgarramiento del tejido social, la erosión e incluso el colapso de patrones básicos de organización e interacción social. El final catastrófico de estos gobiernos expresaron la capacidad de la sociedad argentina para bloquear proyectos autoritarios y represivos.
¿Por qué se pagaron precios políticos y sociales mucho más elevados después de 1966?
Dos razones. La primera: Quienes ocuparon la cúpula del Estado fueron más radicales. Predominaron enfoques "quirúrgicos" que sostenían que para "curar" a esa sociedad enferma había que calar en ella muy profundamente. La imagen de la necesidad del "tratamiento shock" como única receta viable para superar los problemas argentinos no fue simplemente el producto de una imaginación política febril y bárbara. Fue también realimentada eficazmente por una sociedad que, crecientente, se concibió a sí misma como incapaz de generar autónomamente soluciones consensuales a través del juego de intereses y orientaciones contrapuestos. Esta renuncia colectiva de la sociedad civil argentina estuvo a menudo vinculada a ilusiones casi mágicas en el sentido de que las soluciones a los problemas se lograrían simplemente mediante el despliegue de la voluntad política de algún actor o actores providenciales. Desde 1966 los protagonistas cambiaron -los militares, los guerrilleros, los tecnócratas liberales, Perón e incluso los impulsores de la trasnochada aventura bélica de 1982, fueron elevados temporariamente a esa posición por distintos sectores de la sociedad argentina-, sumando fantasías políticas que ignoraron el conflicto o pretendieron resolverlo voluntarísticamente, minimizando la capacidad de otros actores sociales (generalmente de los adversarios de los portadores de la fantasía de turno) para resistir y bloquear dichas fantasías.
La segunda: Los actores políticos dominantes hicieron un correcto diagnóstico de la dualidad que había caracterizado a la política argentina hasta 1966. Intentaron superar esta dualidad canalizando la negociación de los conflictos hacia el interior del marco insititucional, los que en el período anterior se habían desarrollado extrainstitucionalmente. Sin embargo tuvieron efectos no deseados. Los militares no pudieron embretar por mucho tiempo la política dentro de esquemas corporativos o propios de una sociedad de súbditos paralizados y atomizados. Tampoco el gobierno peronista logró que el Parlamento y el Pacto Social canalizaran, más o menos ordenadamente, las presiones y los intereses sociales. Lo que sí lograron fue que se cerraran los espacios y se obturaran los intersticios por los cuales la política se había colado hasta 1966 sin que se produjeran grandes estallidos. Por ende, se siguió haciendo política extrainstitucionalmente, pero de manera cada vez más salvaje, con el resultado de que los distintos actores fueron aceleradamente dejando de lado los límites que se habían autoimpuesto, adoptando la estrategia de minimizar progresivamente sus comportamientos destructivos en cada nuevo ciclo.

viernes, agosto 11, 2006

MANIFESTACIÓN DE APOYO A DE LA SOTA

Hace instantes, aproximadamente a las 20 hs, bajaba de Ciudad Universitaria hacia el centro de la ciudad de Córdoba, y vi como un grupo de alrededor de 30 personas cruzaban muy animadas la Avenida Irigoyen. Portaban un cartel, casi grande como un pasacalle, en el cual llevaban escrito un agradecimiento al Gobernador De la Sota por las casas recibidas en el barrio-ciudad Evita. Eran en su mayoría niños y algunas mujeres embarazadas de evidente condición humilde, que se apuraban para encontrarse con la gran multitud reunida frente a Casa de Gobierno; en medio de un paisaje cercado por un sinnúmero de colectivos, trafics y el humo de los choripanes. Se trataba de la manifestación de apoyo a la gestión delasotista convocada por intendentes del interior provincial. Me parecieron una postal del clientelismo político de nuestro país, que "no permanece en los márgenes sino que es constitutivo de una forma de hacer política", según palabras leídas hace poco por mí en el libro Argentina 1976-2006. Entre la sombra de la dictadura y el futuro de la democracia, de Hugo Quiroga. A continuación les transcribo algunos fragmentos alusivos al tema, cuyo abordaje me parece muy impotante para fortalecernos como ciudadanos independientes y libres de las manipulaciones políticas:


El clientelismo político no se presenta ya como un fenómeno circunstancial. Aunque sus orígenes son muy antiguos, su práctica se ha acentuado en los últimos quince años con el aumento de la pobreza y la marginación. El clientelismo no es algo que permanece en los márgenes de la política, sino que es constitutivo de una forma de hacer política. Este fenómeno adquiere cada vez más centralidad en la vida política de los argentinos, y ha dado lugar a una red que se teje entre el Estado, los partidos y los ciudadanos. La utilización de los recursos públicos que permite el intercambio clientelar abre paso a una red de lealtades personales que produce los peores efectos en la vida política y en la cultura ciudadana.

Es cierto, el ejercicio de la ciudadanía en la Argentina se halla manifiestamente condicionado por la marginación y las políticas clientelares, dos términos inequívocamente enlazados en nuestra realidad social. Así como la igualdad política (un hombre, un voto) es la condición necesaria para la existencia de la ciudadanía moderna, la igualdad social lo es para su realización efectiva. Lo contrario sería colocar a una masa importante de ciudadanos en una situación de vulnerabilidad. La desigualdad social supone, pues, dejar indefensos a unos ciudadanos con respecto a otros. El ejercicio pleno de la ciudadanía moderna no requiere, como en la antigua, de suficiencia o autonomía económica, sino de una posición de igualdad social mínima. La dificultad mayor no pasa tanto por encontrar una definición de "igualdad social mínima" como por su efectiva realización, por contar con los medios para alcanzarla. Este es el problema central.

La desigualdad de los iguales es cada vez más evidente. La magnitud de las desigualdades trasciende las fronteras de lo económico para alertar sobre un universo atravesado por diferencias de poder, de sexo, educación, etc. La ciudadanía moderna que consagra la igualdad de los derechos no suprime las desigualdades provenientes de la existencia material de las personas, las que se imponen desde afuera y nada tienen que ver con las desigualdades personales. Justamente, tenemos individuos diferenciados por desigualdades de hecho, desempleo de largo plazo, marginación, pobreza extrema, que no pueden constituirse en ciudadanos autónomos. ¿Se puede construir ciudadanía autónoma con marginación o con apatía cívica? ...los excluidos sociales, cuando votan, ¿lo hacen en las mismas condiciones de igualdad que el resto de los ciudadanos?, ¿su voto es libre o acaso está condicionado por las adversas circunstancias sociales y culturales que les impiden ser individuos totalmente autónomos? No cabe duda, hay un voto condicionado por la fatalidad de un contexto que origina y fundamenta las miserables políticas clientelares, que acompaña la acción de las diversas formas de la mediación política, representada por los partidos políticos y organizaciones políticas, como las de los piqueteros. En la oscuridad de estas circunstancias el voto deja de ser libre e igual.

Por consiguiente, los derechos formales no otorgan automáticamente la ciudadanía, porque esa condición no está disociada de la conciencia de ciudadanía, de la conciencia de que se actúa en un mundo común. Además, esa conciencia está asociada a la garantía del ejercicio de los derechos de ciudadanía. El clientelismo, el prebendalismo, la marginación no contribuyen a forjar la conciencia de ciudadanía, antes bien, desplazan cualquier intento de una ciudadanía autónoma.

El clientelismo político crea vínculos involuntarios que los ciudadanos no pueden construir libremente, porque están fundados en las necesidades más elementales que hacen a la sobrevivencia. Son vínculos forzosos que vuelven vulnerables a los individuos, sometidos como están por la despreciable distribución de prebendas sociales. Ellos nos hablan, precisamente, de la desigualdad y la falta de libertad de los ciudadanos. Muchas veces imaginamos ciudadanos autónomos que eligen sus vínculos libremente, sin embargo buena parte de ellos padecen el control que los ata a una forma de intercambio degradante.

LACTANCIA MATERNA: UN DATO ASOMBROSO

Hoy al mediodía vi en Canal 12 de Córdoba un informe sobre lactancia materna. No puede resistir la tentación de expresar un pensamiento en voz alta cuestionanado la real importancia de ese informe de varios minutos, en el cual se resaltaba la relevancia de que un niño reciba leche materna en lugar de otro tipo de alimentos durante la primera infancia. Mi duda se planteaba del siguiente modo: ¿es necesario destacar hoy la importancia de dar la teta a un bebé y usar varios minutos de un programa noticioso central para eso?
Me decidí a buscar algo de información en internet sobre el tema , y me dí de entrada con mi cara y mi duda contra la pared: ¡los niños deben ser amamantados por lo menos por dos años antes del destete definitivo! Esto es así, según un informe que responde de manera muy sintética y clara a la pregunta, ¿hasta cuándo amamantar?, y que además cita a fuentes prestigiosas en materia de salud como la OMS y UNICEF.
No es necesario decir que mi asombro es porque pensaba, como seguramente muchos otros, que el bebé tomaba la teta hasta el año de vida, más o menos. Supongo que este preconcepto lo adquirí por la experiencia de no ver niños de más de un año siendo amantados, y eso es realmente preocupante si se confirma en las estadísticas.