domingo, marzo 15, 2009

NADA QUE FESTEJAR

Hace algunos días, mi abogado Pablo Martínez, me confirmó que finalmente me anoté un importante triunfo en la justicia cordobesa. El Tribunal Superior de Justicia rechazó la apelación presentada por la Congregación Hijas de María Inmaculada en la demanda que le inicié en 2004 por despido sin causa de la FM 91.5, la cual aún emite programas con total normalidad desde el barrio Villa Corina, al sudeste de Córdoba Capital.
Probablemente yo sea el único que lo recuerde, pero en aquel entonces (31/08/04) fui despedido tan sólo por leer al aire un título del diario La Voz del Interior el cual informaba que las religiosas de dicha congregación habían calificado como "mentiroso" al arzobispo Ñañez.
Las obstinadas monjitas tuvieron diez días hábiles para apelar de nuevo el fallo en su contra ante la Suprema Corte de la Nación, pero finalmente se rindieron.
Me complacería tener acceso desde internet al boletín oficial donde figura la sentencia. No he tenido suerte con eso. En cambio, hallé una publicación judicial que tomó mi caso. Para leerlo hay oblar una suma superior a cien pesos, o sea que me quedaré con las ganas.
Debo decir que hoy mi alegría se relaciona menos con el dinero de la indemnización, que quizá con mucha suerte cobre durante 2009, y más a que este caso sienta un precedente importante en la justicia, ya que no existían hasta ahora fallos en Córdoba contra instituciones católicas acusadas de censurar y despedir a periodistas. Y menos aún que la definición del litigio hubiera estado a cargo de un juez como Tamantini, quien durante todo el juicio exhibió sin pudor un anillo del Opus Dei en su mano derecha, mientras un crucifijo con la figura del Cristo dominaba la sala desde lo alto, a espaldas del magistrado, y frente a abogados y testigos.
Ojalá que mi caso genere algún eco, y que sirva a alguien más en el difícil futuro de la libertad de expresión y las condiciones laborales de los periodistas de Córdoba y del resto del país.
Ah, por si a alguien le quedaba alguna duda, hoy estoy desempleado y desvinculado del periodismo contra mi voluntad desde hace más de tres años. Pero no hay de qué preocuparse. Nadie me persigue. Sólo soy un poco incapaz para laburar de periodista.