lunes, diciembre 05, 2011

EXTRAÑOS EN EL PARAÍSO*

Extranjeros en Córdoba. Delcia, Edie y Young Wei son los nombres de tres personas que un día aceptaron el desafío de vivir lejos su patria. Llegaron desde sitios tan distantes como Venezuela, Perú y Taiwán. Hoy, la zona norte de nuestra ciudad es “su lugar en el mundo”. Ellos nos cuentan por qué vinieron, a qué se dedican, su amor por Córdoba y las ganas de volver al terruño.

¿Cómo se pasa de ser una bancaria caraqueña bilingüe a una peluquera en barrio Marqués de Sobremonte? ¿O de ser una bioquímica en Lima a empleada de comercio en el CPC de Monseñor Pablo Cabrera? ¿O de un escolar taiwanés a dueño de un local de comida vegetariana en el boulevard Los Granaderos? Primero, viajando. Pero también agregando a ese viaje un amor y el suficiente arrojo para no tenerle miedo a la posibilidad de vivir experiencias nuevas. Esos son los ingredientes comunes de cada una de las historias que nuestros foráneos entrevistados quisieron compartir con “Expresión Norte”.

Amor viajero
Delcia Greef nació en Caracas hace 55 años, en el seno de una familia de origen brasilero que emigró a Venezuela. Y la presencia de esos dos países se advierte escuchando su acento, intacto después de tantos años, que mezcla el castellano venezolano con un leve toque de portugués.

Cuando conoció a su actual marido cordobés, era una joven viuda con dos hijos que trabajaba en el Banco do Brasil. Estaba casi decidida a radicarse en Campo Grande, la ciudad de su familia materna, cuando el amor llamó a su puerta y le cambió el destino.

“Una amiga del banco organizó una fiesta y ahí conocí a Mario. Fue un flechazo”, recuerda Delcia con el rostro iluminado. Luego, influida por su familia que quería que se fuera a vivir con sus dos pequeños hijos a en Campo Grande, y por la promesa de que iban a mantenerle su puesto de trabajo en otra sucursal, empezó a vivir en Brasil. “Iba siempre que podía a Venezuela. Y por dos años fue así nuestro noviazgo, de vernos muy poco”, asegura.

Finalmente, Delcia retomó su lugar como bancaria en Caracas, luego de esperar inútilmente que en Brasil respetaran el trato de darle el mismo puesto que tenía en el extranjero, y junto a Mario empezaron a evaluar la posibilidad de emigrar a otro país.

Una de las opciones fue el mismo Brasil; otra fue Francia. Hasta que se casaron y decidieron venir a radicarse en Córdoba en 1987, y más precisamente en el Marqués de Sobremonte. Ese barrio ya los había impresionado muy bien al haberlo visto destacado en una maqueta exhibida en el Ateneo de Caracas como “el barrio más grande de América Latina”. Desde ese instante quedaron prendados de él.

Una vez en Córdoba, Mario se convirtió en dueño de una próspera ferretería y, al poco tiempo, Delcia hizo realidad el sueño de tener su propia peluquería, la cual mantiene abierta en su hogar desde hace más de 25 años.

Y su trabajo de peluquera le permitió relacionarse con muchas personas que le preguntan muy frecuentemente qué hace en este país, más aún proviniendo de un paraíso caribeño. “Yo no entiendo por qué tanta gente me dice que quiere irse de acá. Yo amo Córdoba, para mí es la ciudad perfecta”.

Los motivos de su devoción a nuestra capital son que no es ni una ciudad chica ni grande, y que todo está cerca; incluso las sierras. A tal punto llega su deseo de permanecer aquí, que los muchos recuerdos de su patria no le hacen mella.

Y vaya si Delcia tiene recuerdos gratos de Caracas: El Puma Rodríguez cantando en su fiesta de quince años, observar un desfile militar junto a toda su familia desde el palco presidencial, y las exuberantes playas caribeñas a tan solo unos kilómetros de la casa de su juventud. Sin embargo, Delcia afirma sin dudar: “Córdoba es mi lugar en el mundo y a Venezuela no volvería más que como turista”.

Telaraña cordobesa
Otra de las personas que disfruta mucho su vida en Córdoba es Edie. Nació en Ica, Perú, tiene 46 años y, como a Delcia, el amor también terminó afincándola en Córdoba.

Había venido a Córdoba en 2006, como primer paso de una serie de viajes que pensaba realizar, ya un poco cansada de trabajar como bioquímica y estudiar varios años en su patria. No pensaba encontrar a ningún hombre especial en su paso por Argentina, pero se equivocó. Cupido hizo su aparición estelar y hoy comparte una hija de tres años con su pareja de origen cordobés.

El imán de nuestra ciudad es tan fuerte que Edie prefiere no ejercer la profesión que la prestigiaba en Perú a cambio de tener un salario en blanco y fijo mensual. Desarrolla tareas en la fotocopiadora del CPC Monseñor Pablo Cabrera y está muy feliz de tener trabajo, criar a su hija y vivir con las comodidades que le proporciona la zona norte de nuestra capital. “Aquí tienes todo cerca para lo que haces cotidianamente, y eso significa mucha comodidad para mí y mi familia”.

Cuando se la consulta por un posible regreso a su país es categórica: “Sólo lo haríamos como turistas. Mi pareja tiene empleo en un estudio jurídico y ya estamos muy acomodados a nuestra vida aquí; incluso ya estamos proyectando nuestra casa propia que estará sobre la avenida Monseñor Pablo Cabrera. Córdoba es hermosa y no nos iríamos a otra ciudad”.

Filosofía de vida
El caso de Chen Young Wei (Jorge para sus conocidos) es sólo un poco distinto al de Delcia y Edie, ya que no pudo evitar la regla de encontrar el amor con tonada que lo retuviera por estos lares. 

Llegó al país en 1999 con tan solo once años de edad. Vino junto a su familia desde Taiwán, pero Córdoba no fue, sino hasta poco más de un lustro después, la ciudad que lo acogería definitivamente. Antes vivió en la Capital Federal, y en dos ciudades de la provincia de Córdoba: Leones y Villa María.

Jorge tiene algunos tesoros para mostrar: una esposa, dos hijos, una carrera de arquitectura que va a completar muy pronto, y un negocio de comida vegetariana para llevar, “Mamá Chen”, ubicado en la esquina de boulevard Los Granaderos casi Monseñor Pablo Cabrera.

“El negocio de comida vegetariana que tengo cumple dos objetivos: garantizar un ingreso económico para mi familia e influir en los demás para estimularlos a que adopten una alimentación más saludable”, asegura Jorge. Y agrega: “Es un convencimiento propio, pero que quiero compartir para ayudar a mejorar la salud de las demás personas”.
Por otro lado, Jorge revela algunas razones de por qué Córdoba es casi un paraíso en comparación con el lejano país asiático: “En Taiwán la vida muy agitada. No existen los francos laborales, casi no hay feriados, la gente invierte todo su dinero en un gran auto porque es lo que se ve, y las casas son cuchitriles desarreglados e incómodos porque prácticamente las personas no se visitan, como se acostumbra en Argentina; entonces nadie se preocupa por que se vean bien”.

Si bien Jorge está conforme y feliz con la vida tranquila que lleva en su casa de barrio San Martín, no descarta vivir en otra ciudad u otro país, por más remota que sea la chance de que eso ocurra. Y por si faltara aclararlo, de lo que sí está seguro es que no volvería a Taiwán a vivir otra vez, aunque sí como turista.

*Nota de mi autoría aparecida en la Revista "Expresión Norte" en la edición de mayo de 2011.

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